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Creaturas,diseñadores y gente normal...

Porros by ale brunër

Hace ya dos semanas que conoci a Cesar, un chico apodado el “dos” que estudia el octavo semestre de la carrera de Geografía en la Facultad de Filosofía y Letras de mi querida casa de estudios la Universidad Nacional Autónoma de México (la primera y unica institución de América que ha puesto una boya “anti-tsunamis” en el Pacífico, por cierto). Hemos pasado la tarde de aquel día platicando inmersos en un remedo de entrevista que a ratos se convertía en monólogo, el “dos” hablaba y yo solo cuestionaba detalles de una curiosidad impropia en mi personalidad, pero resulta inevitable de los relatos impávidos que me contaba aquel colega.

Quiero decirles que a pesar de que estudio en una universidad pública y de que la conciencia académica de la que dispongo actualmente la debo en lo absoluto a escuelas de gobierno, toda la vida me mantuve incrédula ante noticieros que califiqué de amarillistas en extremo como “Ciudad desnuda” y aquel otro en el que salían los (para mí ridículos) hermanos Brenan. En efecto, estaba segura de que eran programas que acaparaban una parte del presupuesto de las televisoras por contener material que vende; la gente, el pueblo, la clase media baja y todas las inferiores a ésta, hayan el entretenimiento que buscan en este tipo de noticieros que muestran imágenes de gente madreándose y/o mentándose la madre; testimonios de chicas violadas; chismes de vecindad... Pero bueno, es que en estos días se ven y se saben tantas cosas que todo lo que te pongan en la tele y que parezca espectáculo se gana el justo adjetivo de dudoso. Por ejemplo, hace algunos meses mis amigos y yo compramos boletos para un concierto masivo organizado por Televisa en la Plaza de Toros México; a juzgar por la cantidad de personas que hacían cola para entrar en la plaza cuando llegamos, no se habían vendido ni una décima parte de los boletos para el evento y finalmente el concierto se canceló. Lo anterior no me preocupa para nada, lo que me preocupa es lo que le siguió: llegaron cámaras de TV Aztecas y uno de los conductores de “Cada Mañana” (el gordito, no sé ni cómo se llama) y en medio de la gente que escuchaba la declaración oficial de que no habría concierto, el imbécil juntó a la gente y los animó a gritar “¡fraude, fraude!”. Al final, era obvio que nos tenían que regresar nuestro dinero y lo hicieron, pero para mientras ya el pendejo aquel tenía la nota y las imágenes del día.

Justificado ya mi escepticismo hacia las empresas de comunicación en nuestro país, terminaré de declarar que jamás creí en el fenómeno “porro” del que en mayor o menor grado todos nosotros hemos escuchado en algún momento. O sea, siempre me dije: “bueno, si existen los porros (“la imaginación del hombre no va más allá de la realidad”), pero son los bueyes que están en todos los partidos de los Pumas gritando el ‘Goya’ y que como cualquier aficionado de vez en cuando hacen desmadres para celebrar una victoria o lamentarse una derrota”, por lo tanto, quedaban fuera de mi credulidad aquellos testimonios sobre los porros que saquean tiendas de autoservicio; que cometen actos de contrabando; que violan a las chavitas de las prepas en su regreso nocturno a casa; que se madrean a los de otras escuelas; que fabrican petardos y los hacen estallar en las calles... ¡Bueno, es que resultan inexplicables todas estas acciones e imposible identificar la motivación que puede energizar a un sujeto para realizar mamadas como esas!

En fin, si el reporterillo sin talento aquel había logrado una nota de gente gritando “fraude!” y en “Laura en América” hacen que la gente cuente testimonios sádicos sobre supuestos tíos, esposos, hermanos, hijos, etc que en realidad es gente que ni conocen; no pueden faltar en la realidad de nuestra capital surrealista periodistas sin ética profesional diseñando escenas que reproduzcan disturbios sociales en las colonias marginadas de la ciudad.

Ojalá aquel criterio de niña provinciana utópica fuera certero. Ha sido lastimero escuchar todo lo que escuche de labios del “dos” aquel jueves; Adrián, el diseñador de esta página web, me ha visto retorcerme ante las imágenes sádicas que me convierten en masoquista de cualquier película de terror que accedo a ver con él; es propio de mí llevar a extremos sensitivos mi empatía hacia la gente que sufre alguna agresión física que la traumatice; esa tarde, frente a la Facultad de Filosofía y Letras, me sorprendí empuñando mis manos, arrugando el gesto y chasqueando la boca vez tras vez.

El “dos” es un chico apenas unos centímetros más alto que yo, escuálido, de piel muy morena, con una sonrisa chueca y los ojos incrustados en la cara con un brillo vivaracho. Habla pausado, enfático: enérgico o discreto según lo requiera el caso. Comenzó hablando sobre su elección de carrera y su ingreso a la Universidad, terminó contándome los asesinatos que presenció en “sus tiempos de porro”.

Es descabellado “¿pero por qué lo hacen?” le pregunté en más de una ocasión. “Es el momento y la energía de los demás. Lo haces sin pensarlo, cuando menos te das cuenta ya estas sobre un wey destrozándole la cara a patadas, con una roca o un bat”.

Al dos lo mandaron a una Preparatoria Técnica en la zona conurbana de la ciudad; el Estado de México. Fue la única escuela que lo recibió; lo expulsaron de un CCH y llevaba el estigma de haber golpeado a un profesor. “Pero él me empujó primero”, se justificó sin que le preguntara el por qué de su acto. “¡Esa escuela es una cárcel!” Me dijo esbozando una sonrisa pícara. “Yo no habría salido vivo de ahí de no haber conocido a mi valedor el ‘Morfeo’; me lo encontré el primer día de clases, los dos nos habíamos equivocado de hora y de aula, platicamos y le caí bien e hizo que nadie se metiera conmigo; por supuesto yo tenía que corresponderle y me volví porro”.

“Habían veces que en las noticias del 9 pasaban el reportaje de alguna pelea en mi escuela, mi mamá me preguntaba que si no era esa mi prepa; yo la convencía de que no”

Es grosero saber que los padres de familia no se enteran de que sus hijos están involucrados en crímenes de tal magnitud; y ahora se me viene a la mente el recuerdo del reportaje en que las madres abnegadas de esos cabrones daban la cara en defensa de la imagen de sus hijos, negando cualquier acusación que estos recibieran; ahora se que no mentían concientes de ello, ellas realmente creían que todos eran falsos testimonios en contra de sus ‘hijitos’.

Hay que añadir que de no ser porque el sistema es tan corrupto en nuestro país (en nuestra ciudad), el “dos” y todos los porros estarían en un reformatorio en estos momentos; pero él mismo cuenta que había un policía en la zona que se encargaba de sacar del MP a todos los chavitos que eran aprehendidos a cambio de una cuota que los representantes le entregaban semanalmente. ¡Ojo! No lo digo para que lancemos nuestros juicios y mentadas al susodicho policía; realmente el solo es una víctima más del sistema en nuestro país, la administración pública aquí está diseñada para tolerar todos estos actos de corrupción, los pinches sueldos son tan miserables que todos los empleados de gobierno aplican la mordida para ahí más o menos ir pasándola con sus familias.
El relato de lo anterior es el siguiente:

“Acabábamos de madrear un carro cuando unos policías nos subieron a su patrulla a mí y a 5 amigos más; nos llevaron a la delegación y cuando ya estaba a punto de llamar a un tío para que me hiciera el paro llegó otro policía y les dijo a los que nos estaban cuidando que él se hacía cargo de nosotros; nos subió a su patrulla y nos pasó a dejar a unas cuadras de la escuela sin decir una sola palabra en todo el camino”.

“Así a otros dos weyes que le quitaron su mochila a un chavito de la escuela; llevaba 15 mil pesos y los repartieron con otros 3 chavos más. Dos semanas después los agarraron, pero más tardaron en hacerlo que en soltarlos...”. La cuota semanal es garantía para que los porros sigan haciendo sus “porradas”.

Pero lo crudo para mí fue escuchar sus anécdotas sobre las madrizas sanguinarias de las que fue parte, por ejemplo, en una ocasión a unos weyes se les ocurrió alborotar a la turba de alrededor de ochenta personas (hombres y mujeres, aunque las últimas eran menor proporsión), para ir a agredir a los chavos del turno de la mañana a la hora de la salida, llevaban 4 petardos y una paloma (la paloma es un petardo con un poder de explosión tres veces mayor al de uno común y corriente; contiene más monedas y más pólvora), cantidad de explosivos que según el criterio del “dos” era insignificante para tanta gente. “Secuestramos un microbús y cuando llegamos a la escuela dejamos custodiando al chofer a unos chavitos de nuevo ingreso que necesitaban hacer méritos, obvio tenían que conjuntar determinadas características para ser elegidos: estatura, masa corporal y que no tuvieran cara de pendejos”. El grupo de porros bajó y comenzó a aventar los petardos al interior de la escuela... ¡imagínense a todos los docentes escondiéndose de estos hijos de la chingada! Es en esos momentos en los que la autoridad y cualquier título que poseas valen madres, estás en manos del capricho de unos escuincles insolentes y anarquistas. Después de hacer estallar la paloma y cuando ya todos los weyes del turno de la mañana habían logrado salir de la escuela para ir a ponerse a cuentas con los otros coñazos, estos se echaron a correr hacia el camión, unos alcanzaron a subirse y otros se quedaron abajo en la chinga. “Obvio no nos iríamos sin los que estaban abajo, pero estaba cabrón regresarse a ayudarlos. Eran un chingo los weyes de la mañana; la gente del camión ya estaba alborotada cuando alguien de ahí sacó una escuadra y me la dio; a decir verdad no tenía balas, pero sabíamos que era suficiente asomarla por una ventana para asustar a los otros y darles tiempo a nuestros cuates de que corrieran y subieran al camión; estaba a punto de abrir la ventanilla cuando se hizo innecesario porque nos estrellaron un rocazo y el vidrio se desbarató en pedazos, a mi ya me había dado un chingo de miedo pero no quedaba de otra, otra vez la adrenalina del momento me movió a hacer lo que no me atrevería en un estado normal: empuñé el arma y saque el brazo a riesgo de que algún cabrón aventara algo que me hiriera; Tal y como lo esperábamos en cuanto vieron la escuadra todos los de la mañana cayeron como piezas de dominó: de adelante hacia atrás todos se tiraron al suelo dejando libres un momento a los nuestros, que de inmediato se echaron a correr para subirse al camión en movimiento ya”. Aquel no había sido el climax, los cabrones de la mañana alcanzaron a detener a uno antes de que se metiera al camión, el “dos” dice que vieron como le comenzaron a propinar una suprema madriza entre todos. “En cuestión de décimas de segundo decidí bajarme a hacerle el paro, yo sabía que si me veían a mí muchos más se bajarían”. En un acto de completa demencia, el “dos” se levantó de su asiento ordenando que detuvieran el camión “De tras de mí bajaron tan solo unos 8 weyes más, no sé que fue lo que pasó, pero a pesar de que los que estaban madreando a mi cuate eran el triple que nosotros, cuando nos vieron bajar se echaron a correr, supongo que pensaron que éramos más; yo alcancé a uno y me lo agarré a madrazos, en seguida llegó otro wey con un bat y le comenzó a dar en la cabeza, yo ví una roca cerca y la alcancé para dejársela caer en la cara. Le quitamos la cartera y salimos corriendo de vuelta al camión porque los otros perros ya se venían encima de nuevo...”

“Que huevos los tuyos. ¿Neto no te dio lastima el pobre tipo?”.

“Pues ya luego me enteré de que era pariente de un valedor de mi barrio y me contó que le quedó un retraso mental después de aquella masacre, evidentemente yo no le dije que había sido yo con otros weyes de mi prepa...”

No, no le dio lastima, de haber sido así yo creo que me había contestado la pregunta directamente.

1 comentario

MoSa -

uta!!! ke kabron esta este texto sobre estas lacras pero lo chingon de todo esto es que algun dia les van a acomodar su putiza pa ke se akieten!!!